domingo, 2 de diciembre de 2007

Jugar en los dos bandos

Después de un clásico futbolístico como el Espanyol-Barça, alguien también desnudó sus gustos. Proclamó a quien quisiera oírle que él era de ambos equipos. Disfrutaba con lo mejor de cada uno. Cada enfrentamiento local transmitido por televisión significaba un recorta y pega de las mejores jugadas, de esos momentos en que dejas los símbolos a un lado y te concentras en la esencia del juego, en la magia de la estrategia, en la rivalidad bien entendida. Entre tanto desnudo sudado, limpio o ya seco, aquel pensamiento hizo cayarse hasta a quienes, desde otro lado, debatían sobre si un equipo era mejor que otro, o si las astronómicas inversiones hechas en material humano sólo lucían en discotecas de moda, donde algunos presumían de no pagar nunca.
Dos bandos, dos juegos en un deporte que para muchos es más que todas las conversaciones.

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